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"La segunda Enciclopedia de Tlön", comentario por Guillermo Ríos Alvarez.



Jorge Luis Borges, en su minuto, dijo que habría una Enciclopedia de Tlön que invadiría nuestro universo real, transformando todos nuestros referentes en un mundo no-Aristotélico llamado Tlön, en donde reglas básicas como el principio de identidad no se cumplen. Lanzada la profecía, sólo quedaba esperar que ésta se cumpliera. Y ésta se cumplió. La coincidencia con el perfil mítico del viejo relato de los “Hijos de la Promesa”, llega casi hasta el ridículo, porque la verdad es que Sergio Meier presenta más de algún rasgo que, si algún malicioso biógrafo algún día quisiera exagerar, podrían hacerle pasar por una suerte de Sonnenmensch (sólo que su campo de acción es esa suerte de Religión Aplicada que es la Literatura). En lo de ser un “universo paralelo” o un “universo alternativo”, “La segunda Enciclopedia de Tlön” cumple sobradamente. Al igual que ésta debía invadir nuestra realidad, la temática básica de la novela de Meier es la invasión de un universo por otro. Existe una especie de realidad superior, anclada en un futuro más o menos cercano (un siglo de distancia en el tiempo desde nuestro presente), dentro de la cuál, como en un conjunto de cajitas chinas, existen varias otras realidades autocontenidas. Estas realidades encuentran una suerte de punto de colapso, un nodo en el que todo el entramado de la realidad debe fallar en cierto instante, quedando el universo irremisiblemente transformado. No es una idea nueva. La Ciencia Ficción viene explotando esta temática desde hace una respetable cantidad de años; eventualmente seguirá haciéndolo, y mangas o animés como “Dragonball Z” o “Evangelion” (por mencionar dos bien diferentes y masivos) han explotado este concepto con relativo éxito. Lo novedoso aquí es un enfoque bastante singular y trascendente. Esto es Cyberpunk de realidades virtuales y universos en la máquina; es Steampunk de ambientaciones victorianas; es Retrofuturismo de historias pulpescas; es Space Opera de naves espaciales y corsarios galácticos; es una mezcla de todo eso en una extraña alquimia de “vino nuevo que revienta odres viejos”… La razón de esllo es bien simple. Sergio Meier es un escritor chileno montado sobre la encrucijada cronológica del Segundo y Tercer Milenio. Es decir, vive una época de profundos cambios a todo nivel –quizás una nueva etapa en la historia de la civilización occidental-. Tal vez no sea entonces casual que Meier haya tomado a Borges como modelo semiconsciente. La biografía de ambos presenta al menos un punto en paralelo: son personas reclusas, aisladas del mundo, viviendo en sus universos particulares, bien refugiados en su propia biblioteca. Borges era un extranjero en Argentina, y Meier es un extranjero en Chile. En realidad, hilando un poco más fino, podríamos argüir, y con razón, que ambos son alienígenas dentro del planeta Tierra, porque se las arreglaron para crear verdaderas vías paralelas de desarrollo –quizás de agotarlas. Ambos, viendo un presente ominoso y un futuro quizás apocalíptico, se refugiaron en la literatura, y construyeron a su alrededor un mundo completo que es, en cierta medida, una ucronía cultural, un alter orbis profundamente enraizado en el pasado, pero que ha experimentado algunas raras mutaciones en el decurso de las eras. El discurso de Borges era canónico respecto a las sagas germánicas, pero profundamente heterodoxo en cuanto a su propia centuria, y lo propio ocurre con Sergio Meier, que en “La segunda Enciclopedia de Tlön” se muestra como un devoto penitente de las catedrales culturales del pasado, a la vez que un rabioso rebelde del presente.
A lo largo de este texto ha vagado de manera subrepticia, y no podría ser de otra manera, la vieja idea filosófica del dualismo, de la realidad por encima de la realidad. Sergio Meier se construyó su propia realidad sobre su realidad. Meier vive en un Quillota que es un alter orbis con respecto a la realidad del resto del mundo, y por último, la novela de Sergio Meier se estructura en “niveles de realidad”. ¿Qué tanto de Borges hay en la novela? Según algunos, nada, y según otros, todo. En verdad, todas estas sucesivas inspiraciones no son sino un baile de máscaras, pero extraída la máscara, siempre es el mismo rostro que nos mira desde el abismo de los tiempos. Platón era dualista: hablaba de un “Mundo de las Ideas” más real que el mundo real. Kant, lo mismo, pero llamándolo “mundo numénico” o alguna otra expresión por el estilo. Desde luego que William Blake (referencia confesa de Meier para construir esta novela, incluso más que Borges) era lo mismo, con sus cosmogonías llenas de dioses que no son otra cosa sino metáforas o abstracciones psicológicas, metafísicas y cosmológicas, un entero macrocosmos abismal para graficar las fuerzas inconscientes del microcosmos. Entonces, nada nuevo bajo el Sol, por una parte… salvo una actualización. Una muy necesaria actualización. ¿Cuántas novelas, como la de Sergio Meier, hoy en día abordan de una manera tan cruda la encrucijada del ser humano? Por un lado tenemos a la ingeniería genética que está remodelando por completo nuestros cuerpos, y por el otro, a la revolución computacional que está generando máquinas que piensan, si no con más ingenio, al menos con mayor velocidad que nosotros (y esa limitación, sólo por ahora).
Nuestra era tiene un extraño sesgo de dualidad. Ahora, en la actualidad, esa dualidad es posible gracias a Internet. Cualquier Pepe Quintana o Lucho Pérez, armado de una conexión a la World Wide Web, puede transformarse por el arte de la internética en DarkDragon o en SamuraiWarrior, o en ambos, generando alias o nicknames que son otros tantos alter ego de ellos mismos. Y lo que es más significativo, son más sonoros e imponentes los Dark Dragon que los Pepe Quintana, y los SamuraiWarrior que los Lucho Pérez. Ese universo de “el otro lado” ya existe, y Tlön es en verdad la invasión de las computadoras en nuestra vida privada, construyendo toda una realidad alternativa. Ahora es todo nuestro planeta Tierra íntegro, esta grosera materialidad a la que nos encontramos amarrados, el verdadero alter orbis. La Tierra ha sido por completo devorada: el mundo es un Tlön computacional. Y eso, la novela de Sergio Meier se encarga de explicarlo muy bien. Quizás demasiado bien.
Guillermo Ríos Alvarez. Junio de 2006.

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Sergio Meier

Escritor y traductor. Ha dictado talleres y charlas de literatura y es uno de los pocos especialistas en Fantasía y CF en Chile. Ha publicado: “El color de la amatista” (1986). También realizó una traducción apócrifa de H.P. Lovecraft que aún hace dudar a los más fanáticos. Mantiene inéditas las novelas: “Una huída hacia la muerte” y “La Segunda Enciclopedia de Tlön”, la primera novela steam punk chilena.


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