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LOS CAMPOS MORFOGENÉTICOS




Estimados amigos, en el afán de ir nutriéndolos de información sobre las temáticas que trato en mis novelas (y específicamente en la próxima ha ser publicada), les presento una breve nota de mi amigo Sergio Amira, sobre los interesantes (y apabullantes) campos mórficos o morfogenéticos (tras leerlo confirmarán que la ciencia, aparentemente, cada vez se acerca más a lo religioso):

“Respirar es un hábito. La vida es un hábito o, mejor dicho, una sucesión de hábitos, ya que un individuo es una sucesión de individuos.”
–Samuel Beckett, Proust and three dialogues with Georges Duthuit–

Rupert Sheldrake es un biólogo británico que adoptando posiciones de la corriente organicista (sustentada por E.S. Russell o Von Bertalanffy y su Teoría General de Sistemas) propuso a principios de los 1980s la idea de los campos morfogenéticos (o mórficos) que explicaría como los organismos adoptan su formas y comportamientos característicos. “Morfo viene de la palabra griega morphe, que significa forma. Los campos morfogenéticos son campos de forma; campos, patrones o estructuras de orden. Estos campos organizan no sólo los campos de organismos vivos sino también de cristales y moléculas. Cada tipo de molécula, cada proteína por ejemplo, tiene su propio campo mórfico –un campo de hemoglobina, un campo de insulina, etc. De igual manera cada tipo de cristal, cada tipo de organismo, cada tipo de instinto o patrón de comportamiento tiene su campo mórfico. Estos campos son los que ordenan la naturaleza. Hay muchos tipos de campos porque hay muchos tipos de cosas y patrones en la naturaleza...” (Sheldrake).



Para entender esta teoría debemos partir primero refiriéndonos a la mecánica quántica. Ya a principios del siglo pasado quedó establecido que las partículas subatómicas se comportan tanto como si fuesen partículas como si fuesen ondas. El aspecto ‘onda’ no involucra energía pero influencia enormemente como el aspecto ‘partícula’ vaya a comportase. Traducido en términos biológicos, la onda puede considerarse el campo morfogenético de la partícula. Sheldrake traslada esta noción del micro al macrocosmos sugiriendo que los organismos biológicos poseen campos morfogenéticos que si bien no contienen carga energética (en la misma forma quizá que los campos quánticos) sí poseen información y son utilizables a través del espacio y del tiempo sin perdida alguna de intensidad después de haber sido creados.
Los campos y las formas físicas estarían íntimamente asociados ya que cualquier forma previamente existente da origen (irradia) un campo que contribuye al modelado de formas similares subsecuentes. De acuerdo a Sheldrake estos campos no disminuirían al intervenir el tiempo y el espacio (ya que no contienen energía), y que como los campos gravitatorios (otra fuerza invisible que sólo puede ser detectada por sus efectos en la materia), se suman unos a otros por lo cual todo sitio esta ‘repleto’ por los campos morfogenéticos de todas las formas que existen y han existido.

Entonces, ¿cómo es que una nueva forma, como en el caso de las moléculas de cristal, escoge determinado campo morfológico para crecer? Según Sheldrake por medio de un proceso de ‘resonancia’, similar a sintonizar una estación de radio. Los segmentos a reunirse resuenan con los campos generados por grupos similares de segmentos anteriores, lo que en sistemas complejos como los organismos biológicos requeriría una ‘semilla’ o punto de sintonía único en torno al cual el organismo será formado. De acuerdo a Sheldrake esta semilla sería el ADN.

El factor que originaría los campos morfogenéticos sería el ‘hábito’, a través de los cuales los campos morfogenéticos variarían dando pie así a los cambios estructurales de los sistemas a los que están asociados. Por ejemplo: “…en un bosque de coníferas se genera el hábito de extender las raíces a mayor profundidad para absorber más nutrientes. El campo morfogenético de la conífera asimila y almacena esta información que es heredada luego no sólo por ejemplares en su entorno sino en bosques de coníferas a lo largo del planeta a través de la resonancia mórfica” (Anónimo).



Además, los campos de formas similares se ‘yuxtapondrían’ para crear un campo compuesto que sería más fuerte que el campo de cada forma individual. En este proceso, formas nuevas podrían gradualmente diluir la importancia de las antiguas lo que permitiría a los campos compuestos evolucionar con el tiempo.
De acuerdo a la hipótesis de Sheldrake, entonces, el Universo mismo estaría funcionando en base a modelos de hábitos creados por la repetición de ciertos sucesos en el tiempo, porque así como pasamos de las partículas a las moléculas de cristal y de ahí a los organismos vivos, los campos mórficos se extenderían literalmente hasta las estrellas: “La teoría de la causación formativa se centra en como las cosas toman sus formas o patrones de organización. Así que cubre la formación de galaxias, átomos, cristales, moléculas, plantas, animales, células, sociedades. Cubre todas las cosas que tienen formas, patrones o estructuras o propiedades auto-organizativas (…) El rasgo principal es que la forma de las sociedades, ideas, cristales y moléculas dependen de la manera en que tipos similares han sido organizados en el pasado. Hay una especia de memoria integrada en los campos mórficos de cada cosa auto-organizada. Concibo las regularidades de la naturaleza como hábitos más que cosas gobernadas por leyes matemáticas eternas que existen de alguna forma fuera de la naturaleza” (Sheldrake).

La teoría de los campos morfogenéticos no sólo sirve para explicar como es que un escarabajo y un rinoceronte poseen el mismo tipo de cornamenta, sino que también nos conduce de lleno al terreno de la mente, el aprendizaje, la conciencia colectiva e incluso los fenómenos paranormales, mejor explicados aún por la teoría del paradigma holográfico, creativamente expuesta por Sergio Meier en su esperada novela La Segunda Enciclopedia de Tlön, pronta a ser editada por Ediciones Puerto de Escape.

© 2007, Sergio Alejandro Amira.

2 Respuestas a “LOS CAMPOS MORFOGENÉTICOS”

  1. # Blogger General Gato

    Veamos. Cada vez que abro un chocolante, ayudo a crear un campo de resonancia mórfica por el cual numerosos otros seres vivos del futuro podrán realizar cada vez más fácilmente la acción de abrir un chocolate. ¡Genial! Así, abrir un chocolate será cada vez más fácil, y no tendremos que enredarnos con esos malditos envases de papel metálico que se ponen pegostiosos cuando hace calor y el chocolate se derrite.

    (Por cierto, eso fue puro sarcasmo. Los campos morfogenéticos no son ciencia, y no creo que ningún científico se tome esa teoría en serio).  

  2. # Anonymous Anónimo

    Por supuesto, sería como tomar en serio la teoría de la existencia de un supuesto dios, ¿quién en su sano juicio puede creer en algo así?  








Sergio Meier

Escritor y traductor. Ha dictado talleres y charlas de literatura y es uno de los pocos especialistas en Fantasía y CF en Chile. Ha publicado: “El color de la amatista” (1986). También realizó una traducción apócrifa de H.P. Lovecraft que aún hace dudar a los más fanáticos. Mantiene inéditas las novelas: “Una huída hacia la muerte” y “La Segunda Enciclopedia de Tlön”, la primera novela steam punk chilena.


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